
Pienso desde mi vocación, y siempre hago el inmenso esfuerzo de decir cuál es mi pensamiento. En los últimos años, teorizo hablando, en conversaciones, porque raramente tengo la serenidad y el tiempo para aislarme y escribir.
Mi conclusión sobre el papel de las/os intelectuales -y no temo esta palabra, porque hasta en la aldea más pequeña y en el rincón más humilde siempre hay alguien capturado por el vicio del pensamiento - es que somos dadores de palabras. Nuestra tarea es nombrarlo como lo que es